Rica en diversidad de cultivos, pobre en boro
España tiene la segunda porción de tierra más grande dedicada a fines agrícolas en la Unión Europea, segunda después de Francia. Las verduras, las frutas y los cereales representan aproximadamente tres cuartos de la producción agrícola de España. La cebada y el trigo, los principales cultivos del país, predominan en las planicies, mientras que el arroz se cultiva en las costas de Valencia y el sur de Cataluña y el maíz se produce en el norte. La cosecha de frutas, especialmente naranjas, es significativa y, dado que España es uno de los mayores productores de vino y aceite de oliva, los cultivos de uva y olivo también son fundamentales para la economía de la nación.
Gran parte de España se caracteriza por un clima mediterráneo con veranos calurosos y secos e inviernos templados y lluviosos. Gran parte de España es semiárida, con temperaturas que varían de extremadamente frío en invierno a sofocante en verano. Las precipitaciones generalmente son inadecuadas, causando frecuentes sequías en verano, y se estima que la mitad del país se ve afectada al menos de forma moderada por la desertificación y las sequías. Como resultado, muchos cultivos requieren riegos intensos con agua que se desvía de ríos y lagunas.
La composición del suelo de España es diferente a la de los suelos que se encuentra en el resto de Europa. El tipo de suelo más común tiene altos niveles de calcio y es altamente alcalino, y domina en lugares con temporadas secas definidas. Los suelos con pocos nutrientes y que contienen acumulaciones de arcilla también son muy frecuentes y contribuyen al problema de erosión del suelo que es cada vez mayor. Estas malas condiciones del suelo, combinado con un clima árido y escasas precipitaciones, hacen que la deficiencia de boro sea un desafío constante para los agricultores en toda España.